Краткая биография: Дата рождения: 21 июля 1964 Он хотел стать актером и в 18 лет оставил свой родной дом ради того, чтобы начать новую жизнь в Буэнос-Айресе. Там он и начал свою блестящую карьеру и узнал свою самую большую любовь. Шел 1964 год, в то время семейная пара - Мануэль Бермудес и Исабель Риккарди - ждала своего второго ребенка. первый сын, Габриэль, умирал от желания иметь братика чтобы было с кем поиграть. Густаво Бермудес увидел свет 21 июля. Он родился в Росарио, провинции Санта Фе (Аргентина) и там прошло его детство. " Я учился в колледже Ласалле и мне нравилось заниматься всеми видами спорта, - рассказывает нам Густаво,- сейчас правда немного ослабло делание играть в теннис. Я с ностальгией вспоминаю, как вся наша семья собиралась на выходные и я проводил их в веселой компании своих друзей." Тень ностальгии проскальзывает и в его взгляде, когда аргентинский актер говорит о своем отце: "От отца, который умер около десяти лет назад, я многому научился. До 45 лет он работал представителем различных фирм. А потом с ним случился его первый инфаркт. Все его советы, которые он давал мне на протяжении всей его жизни, я понял только после его смерти. Однажды он смертельно напугался, потому что я попал в аварию на мотоцикле. Он объяснил мне, что таков закон жизни - сын хоронит своего отца, но родители вовсе не готовы пережить своих детей. Он давал советы мне и моему брату Габриэлю относительно нашей жизни и той миссии, которая предназначена нам судьбой. Он учил нас быть честными, порядочными, и кроме того, учил нас уважать других людей. Когда моего отца не стало, я не жаловался на жизнь, несмотря на то, что он умер довольно молодым - ему был всего 61 год. Напротив, я чувствовал себя счастливым оттого, что у меня была возможность наслаждаться его обществом и оттого, что у меня остались его заветы. Я отдал ему все свои объятия и поцелую, когда для этого пришло время." Густаво всегда имел замечательные отношения с родителями. Они во всем поддерживали его. Даже когда он сообщил им, что хочет стать актером. "Я сказал им, что собираюсь поехать в Буэнос-Айрес для того, чтобы начать карьеру актера. Мои родители приняли эту новость без единого упрека, хотя она и была для них ушатом холодной воды. Они переживали, но также и хотели, чтобы я нашел свое призвание. Я думаю, что всегда хотел быть актером. Это желание проснулось во мне, когда я в первый раз был в кино и смотрел фильм Джона Вайне. Никто из моей семьи не принадлежал к этой профессии, но это стало моей мечтой и я хотел исполнить ее." Та что с чемоданом, наполненным мечтами и иллюзиями, в 18 лет Густаво приехал в Буэнос-Айрес с целью найти свою судьбу. такие теленовеллы как "Селесте", "Антонелла" и "Нано" ждали его, но это было только через несколько лет...
Gustavo Bermúdez se separó, luego de 22 años de matrimonio
Gustavo Bermúdez se separó, luego de 22 años de matrimonio El galán de Nano y Celeste inició los trámites de divorcio. Aun vive en San Martín de Los Andes y no planea regresar.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Gustavo Bermúdez se alejó de las novelas y se retiró a su casa de San Martín de Los Andes hace 13 años. Allí compartía su tiempo con Andrea González. La mujer que ocupó su corazón (y estado civil) por 22 años.
Hoy la realidad de este galán es muy distinta. El protagonista de Celeste (1991) y de Nano (1994) inició los trámites de divorcio para separarse definitivamente. La pareja dejó de convivir en agosto.
Estoy soltero y muy bien en el sur. Ahora tengo a una de mis hijas estudiando en Buenos Aires, y a la más chica está en el colegio, en San Martín, explicó este galán quien también es padre de dos chicas: Camila de 20 años, quien es estudiante de Diseño de Imagen y Sonido, en la UBA; y Manuela.
¿A qué se dedica Bermúdez? Definitivamente a cualquier cosa menos a la televisión. Por suerte los productores me tienen en cuenta. En el 2012 tal vez regrese a la tele, pero no hay nada concreto. Además, ¿para qué? Hay muchos galanes y muy buenos..., concluyó al diario Muy.
Gustavo Bermúdez se separó, luego de 22 años de matrimonio
Gustavo Bermúdez se separó, luego de 22 años de matrimonio El galán de Nano y Celeste inició los trámites de divorcio. Aun vive en San Martín de Los Andes y no planea regresar.
miércoles, 23 de noviembre de 2011
Gustavo Bermúdez se alejó de las novelas y se retiró a su casa de San Martín de Los Andes hace 13 años. Allí compartía su tiempo con Andrea González. La mujer que ocupó su corazón (y estado civil) por 22 años.
Hoy la realidad de este galán es muy distinta. El protagonista de Celeste (1991) y de Nano (1994) inició los trámites de divorcio para separarse definitivamente. La pareja dejó de convivir en agosto.
Estoy soltero y muy bien en el sur. Ahora tengo a una de mis hijas estudiando en Buenos Aires, y a la más chica está en el colegio, en San Martín, explicó este galán quien también es padre de dos chicas: Camila de 20 años, quien es estudiante de Diseño de Imagen y Sonido, en la UBA; y Manuela.
¿A qué se dedica Bermúdez? Definitivamente a cualquier cosa menos a la televisión. Por suerte los productores me tienen en cuenta. En el 2012 tal vez regrese a la tele, pero no hay nada concreto. Además, ¿para qué? Hay muchos galanes y muy buenos..., concluyó al diario Muy.
Gustavo Bermúdez: “La tele no es nada, la vida está en otro lado” Gustavo Bermúdez: “La tele no es nada, la vida está en otro lado” A los 49 años protagoniza “Somos familia". Se jacta de haber hecho una carrera sin participar de escándalos. Y analiza una vida que fue desde el acoso de una princesa árabe hasta el exilio voluntario en la Patagonia.
Entregó hasta los ojosmartes, 25 de marzo de 2014
Dónde estaría hoy de haber contestado el fax desesperado de la princesa Mashael de Arabia. En los años ’90, la hija del rey Fahd lo acorralaba. Sin Twitter, sin Facebook, sin Skype ni WhatsApp, la muchacha se las arreglaba como podía a 13 mil kilómetros. Lo quería poseer como Andrea del Boca en “Antonella”.
“Cuanto desees, te será concedido”, invitaba. Pero Gustavo Bermúdez ya lo tenía todo. Dormía abrazado a la mujer de sus sueños y era el rey de la telenovela. ¿Sabrá la doncella del petróleo que hoy está separado? ¿Usará YouTube para tenerlo a un click de distancia, 20 años después? El rey de la nieve se ríe de la anécdota. “Tuve una fama inesperada, pero la fama nunca me importó. No hay más que lo que se ve. Debo ser aburrido para el medio”.
Para cuando el aparato de fax de su casa se calcinaba con mensajes de la nobleza, Bermúdez no había programado aún patear el tablero. Todavía no vivía en San Martín de los Andes (a donde permaneció 15 años), pensaba en el cuerpo si le hablaban de un celular y no imaginaba su imagen a futuro condensada en una tableta. Su regreso a la televisión se da en plena era del High Definition, ese impensado sistema que le escanea el medio siglo de la piel. Cada noche, Telefé lo tiene como a un Grande Pá posmoderno en “Somos familia”.
Pero hablemos del otro Bermúdez. El menos previsible. Su biografía (aún no escrita) debería incluir las siguientes peculiaridades: que probó suerte como basquetbolista de Newell’s Old Boys. Que jamás interpretó a un villano. Que después de enamorar en Oriente terminó enseñando español multimedia en Israel.
Que besó a tantas mujeres como a orcas y delfines. Que llegó a ser doblado hasta al ruso mientras seducía a Grecia Colmenares. Que de niño merendaba mirando a Linda Cristal en “Bonanza” y, de adolescente, la besó en televisión.
Que en los ochenta invirtió su capital en una fábrica de ropa bautizada Bermutti, pero por poco no se fundió. Que pese a su nutrido currículum televisivo, se dio el gusto de hacer un Shakespeare en una temporada teatral en Mar del Plata como Romeo.
Gustavo Ariel, sangre de Vigo y de Lugo, 49 años, trabaja en televisión, pero no le da mayor importancia al asunto. Por algo pasa silenciosas estadías en La Patagonia, a donde se mudó después de protagonizar “Alén luz de luna”, aquel hito filmado en los paisajes más descomunales del sur.
Parece que la parafernalia de la TV no lo distancia de la vida que podría tener un empleado del peaje. “Es muy simple. Es como si abrís el plano general y observás. Estás haciendo sólo una hora de televisión de las 24 horas, en un canal de la Argentina, entre millones de canales en el mundo. Sos una parte chiquitita, minúscula. Un fotograma apenas de la película. ¿Qué es la tele para ponerte arriba de quién? Por suerte nunca me enganché con eso. Decís: ¿Y después, qué?” Una tarde en los estudios Pampa de Martínez para intentar descifrar el misterio Bermúdez.
No hay misterio. Vuelve cuando quiere. En voz baja. Sin escándalos. Inspeccionar su archivo gráfico desde comienzo de los ochenta no arroja una mancha. “Te desafío: si leés una nota polémica, no es mía. O inventaron las declaraciones. Ni por viajes ni plata di notas junto a mis dos hijas y a mi ex mujer. No transé con ciertas cosas. La televisión no es nada, la vida está en otro lado”.
Antes de que la vida estuviera de este lado, estaba en Rosario, a 20 cuadras del Monumento a la Bandera. Como del aro no iba a vivir, terminado el secundario se le ocurrió subirse al Mercedes Benz 1114 azul de unos amigos cuya empresa de transporte viajaba a Buenos Aires.
1981. Alquiler en Sinclair y Libertador y un curso con María Vaner. “Al toque me presenté en un casting de Guillermo Bredeston y quedé en ‘Como la gente’. Buscaban al hijo y al novio de la hija. Gusté y escribieron un personaje para mí. De ahí no paré de trabajar, “Compromiso”, “Pelito”.
-Ahora se llega más por la fama, creo que se desvirtuó todo.
-En esa época no era como ahora. No se perseguía tanto eso. O eras futbolista o actor. Era la tapa de El Gráfico o de Gente, pero eso era una consecuencia.
-De otro modo, pero volvés a ser galán treinta años después. ¿Cómo te llevás con la edad?
-Ni me preocupan los años. Yo siento como si no hubieran pasado los años para mí. Hice muchísimo, pero no siento que esté todo hecho.
-Nunca interpretaste un villano. ¿Por qué siempre sos el tipo bueno de la historia? ¿No sentís la necesidad de salir del molde?
-Nunca me pregunté por qué no me llaman para villano. Por ahí me gustaría hacerlo, pero sólo si está bueno el cuento que contar. No lo tengo como cuenta pendiente. No me desvela.
-Priorizaste la familia estos últimos 15 años, resignaste mucho por ver crecer a tus dos hijas lejos del ruido de Buenos Aires. ¿Qué te une a este casi padre de ficción conservador?
-Me une mucho. Los padres tenemos el común denominador que es el amor y a partir de ahí, cada uno con su carga hace lo que puede. Este tipo se plantea permanentemente desde el sentido común lo que debe ser como padre y no baja línea, y yo soy un poco así.
-¿Te sentís sapo de otro pozo en este medio? Fuiste capaz de alejarte cuando tu imagen daba vueltas por el mundo, jurás que no te interesa la fama, hacés televisión cuando querés...
-No me siento sapo de otro pozo, pero reconozco que al medio no le sirvo desde la noticia, el escándalo. Soy un tipo demasiado sencillo, a pesar de que la vida dio vueltas raras. Yo miraba a Bredeston y Cárpena en Rosario y terminé trabajando con ellos. Lo que pasó conmigo en Israel, los llamados de la princesa de Arabia.
Terminé besando en una ficción a la mujer que veía mientras tomaba la chocolatada, Linda Cristal. Hasta me fui a convencer a Héctor Alterio de hacer una novela en San Martín de los Andes con lo que suponía meterme en una producción nunca antes hecha. Las vueltas de la vida fueron raras.
-¿Hoy es como barajar y dar de nuevo? Una hija que dejó el nido, tu separación, el medio siglo.
-No puedo decir que fue fácil separarse después de más de 20 años, pero ahora todos estamos bien. Tampoco es algo que me interese detallar. Miro adelante y me siento joven para seguir haciendo.
-¿Qué hacés en esos prolongados tiempos sin pantalla? ¿Te ocupan otros negocios?
-Una vida sumamente normal. No tengo otros negocios y no hago más que disfrutar de quienes quiero. Aprendí que uno no siempre puede hacer lo que quiere, entonces tiene que aprender a querer lo que hace. No sé si es por mi nostalgia de Rosario, pero la vida la encaré como me crié yo, bien cerca de mis padres.
Fui el segundo varón de un padre viajante de comercio que un día sufrió un infarto y se quedó en casa. De ahí aprendí a valorar más el tiempo con los hijos. No es que no sea un tipo apasionado, si me pongo a fabricar sillas las fabrico con pasión. Pero le di prioridades a la vida. Elegí la transformación.
-¿Y en qué te transformaste?
-Puse un límite porque no sabía cuánto tiempo más tenía. Podría vivir en medio de La Pampa y lo haría con alegría.